Sin estar premeditado, la aparición de la Convocatoria Nacional para renovar las dirigencias nacional y estatal del PRD, ha coincidido con la publicación de la acción legal interpuesta por la presidenta del PRD en Sinaloa Imelda Castro, ante las instancias internas correspondientes, demandando la privación de los derechos estatutarios de 160 perredistas que “traicionaron” al partido en los comicios locales del 2007.
Es una coincidencia simbólica que debe reflexionarse, primero para no alimentar la bola de nieve que podría estar en marcha, pero sobre todo para convertir el proceso electoral en una palanca que impulse una nueva fase de construcción partidista capaz de dotar al partido de las sólidas bases que necesita para cumplir la incuestionable función social que la historia le ha conferido, la cual lo conserva vigente por encima de todos sus conflictos y crisis. Ese es a la vez el objetivo que se ha propuesto el nacimiento de la corriente Regeneración, para que el PRD esté a la altura de lo que podría ser su prueba de fuego electoral en el 2012, año que también podría definir si persiste o no la vigencia de la vía electoral y pacífica para la transición democracia en México.
El mensaje que está detrás de la “traición” de casi un centenar de perredistas es claro. Son parte de una pompa de jabón que como otras que se generaron en diversas épocas (Leyson, alianza PAN-PRD, ¿Rubio? etc.), inflaron al PRD dándole una sensación de falso crecimiento y fortaleza, que lo dotaron de una estructura endeble y crujiente, “reforzada” por su vacuidad de discurso y pragmatismo, el desprecio por el trabajo paciente y el respeto por una generación de ciudadanos que podían haberse cultivado para crear cuadros y candidaturas sólidas.
De paso y junto con las vacilaciones y componendas panistas que están a la vista localmente, eso contribuyó a impedir la transformación del equilibrio tradicional de fuerzas que ha permitido la continuidad del sistema tradicional en Sinaloa, el cual ha logrado enquistarse hasta convertir a los otros actores políticos en verdaderos títeres de sus caprichos. En realidad, ahora es claro, las ocasiones en que el PAN pudo poner en riesgo al sistema tradicional, fue siempre con las mismas piezas del tal sistema, lo que significó que en realidad, éste no estaba en riesgo. El caso Félix Guerra es el más emblemático.
Las campañas y los candidatos deben ofrecer soluciones de desarrollo y regeneración política del PRD; sería penoso que se llegara a este evento como se ha estado llegando a otros, pensando solamente en el manejo de las “canicas” de las diversas corrientes para sumarlas o restarlas y realizar la “magia” de un triunfo que deje al PRD en las mismas o peores condiciones que antes. Mucho hemos denunciado desde Regeneración, el hecho de que se realicen actos y contiendas con características MUDAS, sin discursos ni propuestas, por una extraña cultura de la fatalidad, del simple juego de esgrimas, como si la sociedad no existiera y como si el PRD no tuviera fines.
Tener aspiraciones no es pecado; pero poner al partido en función de las aspiraciones personales y no a la inversa, es una “TRAICION” A LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA
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