por Arturo Zavala Zavala
La abrumadora cobertura que está ofreciendo la prensa al “affair” que protagonizaron el rey Juan Carlos y el presidente Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana el 10 de noviembre (valga obviar la frase lapidaria del rey), recuerda lo escrito por el ex presidente norteamericano W. Clinton, en el sentido de que “los medidos tienen un apetito limitado para la política, a diferencia de su voracidad para deglutir escándalos” (Mi Vida, p.864). Contra lo que pudiera creerse, la prensa del primer mundo es la que marca este camino, si consideramos la cobertura que dieron a los pasados incendios en California y las notas escandalosas sobre la guerra en Irak, que contrastan con su débil interés por el curso de las elecciones primarias para la presidencia que cambiará en 2008. La película en cartelera Leones por Corderos alude a estas combinaciones.
Salta de inmediato el recuerdo, en este marco, sobre la diferente actitud que asumió la prensa mexicana cuando en son de reclamo, el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador quiso acallar la ofensiva presidencial foxista con la frase “cállate chachalaca”.
La visión clintoniana implica la crítica a la ausencia de elementos que se ofrecen para juzgar las razones de hechos que, como el de la Cumbre, encubren conflictos económicos entre diversos países andinos y las empresas trasnacionales españolas, aunados al relanzamiento del antichavismo de las corrientes conservadoras y las trasnochadas simpatías aristocráticas de una parte de la sociedad latina que se reflejan en el gusto por la revista española Hola.
Lo más importante sin embargo, es que el escándalo encubra la causa de que un rey que debiendo enseñar protocolo y formalidad, estalle en explosiones plebeyas airadas dejando la serenidad en manos de la figura republicana representada por Zapatero. De Chávez no se necesita decir mucho, pues más allá del contenido social de su gobierno, su personalidad es la de un gobernante que algunos calificarían de “posmoderno”, debido a su excentricismo kruscheviano alejado de moldes y reglas, que hubiera sido impensable durante el equilibrio autoritariamente estructurado entre la fuerza imperial norteamericana y el stalinismo, durante la guerra fría. Por menos de lo que hace Chávez mataron al presidente chileno Salvador Allende.
Pero más allá de las frivolidades de la Cumbre o de la crisis de los intereses españoles en Latinoamérica (pero sin excluirlos), el desplante de Juan Carlos refleja el desgaste de su monarquía y el despertar de los sentimientos republicanos en España, pues en los días que corren se intensifican las expresiones antimonárquicas junto a los procesos autonómicos en las comunidades Catalana, Alava, etc., organizados en torno a consultas soberanistas como la promovida por el líder Ibarretxe (Lehendakari), a la que se oponen tanto el gobernante Partido PSOE como el conservador Partido Popular. El divorcio de la Infanta Elena es solo un elemento más de este proceso.
Como una prueba de cargo a favor de nuestra hipótesis, funciona el hecho de que al escribirse estas líneas, el periódico español El País, difundió las declaraciones críticas y serenadoras de la Responsable de la política internacional del PSOE, Trinidad Jiménez, en las que califica la actitud de Juan Carlos como una “reacción espontánea” y se anuncia que los jueces decidieron aplicar una multa de 3,000 euros contra los autores de una caricatura de la revista Jueves, donde aparecen los reyes desnudos echándose “un polvo”, lo que siendo una de las expresiones republicanas en boga, satíricas en este caso, se convierte en una de las ofensas que exasperan a “Don” Juan Carlos. SEA.
Culiacán, Sinaloa, México, a
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