Arturo Zavala Zavala/Magaly Reyes Chávez
Según lo que dijo Luis Mandoki a Carmen Aristegui en CCN, si la programación en salas de su película Fraude coincidió con la III Asamblea de la Convención Nacional Democrática del domingo 18 de noviembre en el DF, fue pura coincidencia. “Haiga sido como haiga sido”, esos hechos representan la continuidad de la lucha por la transición democrática, interrumpida por la traición de quienes decían defenderla (ante todo el PAN), para abrir una nueva fase un proceso que estando orientado a “sacar al PRI de Los Pinos” hasta el año 2000, se convirtió en una lucha por sacar a los dos (PRIAN) a partir del fraude 2006, acto que la película de Mandoki documenta satisfactoriamente.
El film no deja de ser emotivo e indignantes las imágenes que presenta sobre la forma grotesca como se consumó el fraude; pero no pierde su carácter documental. Le falta el ingrediente de fantasía que transformó en película a La Ley de Herodes. Quizás el hecho de que AMLO aparezca como protagonista central de Fraude, le impide introducir elementos destacados del proceso como el papel del PRI (presente en la figura de Salinas), la ausencia de AMLO en el primer debate, los avatares de un grito oficial de independencia que al estar inmerso en el conflicto postelectoral, emigró a Guanajuato, mientras en el Zócalo aparecía Alejandro Encinas entre miles de capitalinos, juegos pirotécnicos que amenazaban volverse reales y el silencio cómplice de unos medios masivos que siempre tomaron partido, volviéndose cómplices del retroceso democrático.
Por eso Fraude y su actor principal son polémicos. Sobre todo cuando sin decir de quien habla, AMLO polemiza con quien habría sostenido que la historia no se repite. El primero que aludió a ello fue Hegel y en el 18 Brumario de Luis Bonaparte lo reinterpretó Marx, afirmando que cuando había dicho que “todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen…dos veces”, se la había olvidado “agregar que: una vez como tragedia y la otra como farsa (p.408)”. El asunto no es trivial, porque se comparan los fraudes de 1988 y 2006 (“grandes hechos”), donde aparecen como “grandes personajes” Cárdenas y AMLO. El personaje que en el fraude de 1988 aparece trágicamente, se presenta con verdaderos rasgo de “farsa” en el 2006, encabezando una “comisión del centenario” y como reliquia del gobierno foxista, en pleno conflicto postelectoral.
La aclaración es necesaria, pues así como “el ingeniero” encontró en el 2006 los límites de su resistencia democrática, también AMLO podría hallarlos; más aun si como afirma en Fraude, su estrategia ha privilegiado el equilibrio social confiando que por esa vía puede consumarse la transición democrática, pese a que en el 2006 más de 10 millones de seguidores le pedían armas. Cuando los suscritos propusimos que se tomaran los comités Distritales y el TRIFE, se les contestó: “quieren que el país se vaya al carajo”.
Como dijimos, el fraude 2006 dejó al país en una “Encrucijada histórica” que puso en duda la validez de la vía pacífica a la democracia. Las variables electorales de ésta indefinición solo podrán ser despejadas por las elecciones del 2012, aunque sus efectos no esperan, en una situación tan conflictiva e indefinida como la actual, donde la explosividad social está a la mano, tomas del Congreso en Guerrero y con armas el órgano electoral de Zamora, delincuencia imparable, actos guerrilleros,resurgimiento de las tensiones religiosas, cuestionamiento y desgaste de la figura presidencial por su ilegitimidad y la resistencia obradorcita, riesgo de restauración priista, falta de “VALOR” y confusión en el partido que pudieran dirigir ordenadamente la inconformidad. SEGUIMOS BAJO EL SIGNO DE ENCRUCIJADAS Y PARADOJAS.
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1 comentarios:
ESCANDALO CATEDRALICIO
Arturo Zavala Zavala
Si no fuera por la beligerancia tradicional del episcopado mexicano y por la estrategia de intrigas que los poderes fácticos mexicanos y sus corifeos aplican al PRD, podríamos creer que el ruido en torno a la irrupción en la Catedral de un reducido contingente de la III Asamblea de la CND, entre espontánea y provocada, es solamente un caso más del gusto por el escándalo de los medios masivos de comunicación.
Sin embargo, está claro que a pesar de los esfuerzos de imparcialidad que los medios pretenden hablando de una probable provocación del campanario, de una posible ausencia de tacto por parte de la oradora en turno, senadora Rosario Ibarra de Piedra y de que nada justifica la protesta de los inconformes, no deja de olfatearse una pretensión de atribuir al PRD una actitud de “comecuras” del todo inexistente, pues incluso el propio jefe capitalino Marcelo Ebrard se ha declarado creyente, haciendo tal vez una concesión gratuita al escándalo.
El gobierno por su parte, en boca de un Secretario de Gobernación que debiera ser factor de equilibrio, prefiere llevar agua a su molino saliendo a atizar la hoguera para deslizarse hacia el episcopado y alentar el linchamiento contra el PRD.
Pero no deja de extrañar la maleducada actitud episcopal de tañer las campanas para acallar el discurso de la oradora, en un acto de arrogancia que al sobreponer la imagen de una institución a la de otros actores sociales, se convierte en factor de anarquía y no de armonía, como si además tuviera un expediente tan limpio.
Es la eterna pretensión de abrogarse el derecho de juzgar y condenar sin admitir ningún indicio de culpa. Es la continuidad de una estrategia de linchamiento del adversario por causas insostenibles, pues mientras a AMLO se le condenó por aquello de “cállate chachalaca”, se aplaude al rey Juan Carlos un destemplado “por qué no te callas”, que es solo un signo desesperado de autodefensa monárquica ante el renacimiento de las tardías aspi
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